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Cirilo Flores: el asesinato de un hereje

  • Daniel Sazo
  • 14 oct 2021
  • 5 Min. de lectura

Un año después de decretada su Constitución particular, Guatemala se encontraba en medio de una disputa política con el gobierno de la Federación. El presidente Arce destituyó al jefe del estado. Asumió un antiguo líder de la causa quetzalteca, venido a menos por su conversión al liberalismo y el fracaso del proyecto que buscaba erigir a Los Altos como el sexto estado de la Unión. Encontró la muerte en una iglesia, preparando la defensa del estado frente al gobierno nacional.



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Monumento a Cirilo Flores, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de Centroamérica, impulsor de la autonomía altense y vicejefe del estado de Guatemala. Fotografía: Ronaldo Robles/Facebook.

Cirilo Flores nació en la ciudad de Guatemala el 9 julio 1779, hijo del chiapaneco Joseph Felipe Flores, primer protomédico de Guatemala y médico particular del rey de España. Tiempo después se trasladó a Quetzaltenango, ahí se casó y nacieron sus hijos.


En un principio fue partidario de la unión a México. De hecho, ganó la elección para ser diputado por Quetzaltenango en el Congreso Imperial mexicano. Sin embargo, cambió de parecer por la forma en que se fueron desarrollando los acontecimientos en la Ciudad de México. Taracena (2011) cita la carta que envió al ayuntamiento quetzalteco con fecha 24 de abril:


... porque estoy palpando con toda evidencia que jamás sacaremos utilidad de la agregación a este Imperio, sus negocios son muy complicados y es pasado un mes y la Comisión no ha dado su dictamen sobre varios asuntos políticos de esta provincia y la de Guatemala... esto manifiesta la indiferencia con que se ve a ese reino. (p. 116).



Diputado en la Asamblea Nacional Constituyente de Centroamérica

Las autoridades de Quetzaltenango cuestionaron el abandono de su curul en México, pero los motivos alegados Flores, le hicieron mantener el crédito político. Más tarde fue uno de los diputados por Quetzaltenango para la Asamblea Nacional Constituyente de Centroamérica. Llegó a ejercer como presidente de esa misma Asamblea, y tuvo un papel destacado cuando hizo frente a la rebelión de Rafael Ariza, comandante del Batallón Fijo. De esta asonada resultó la anexión de Sonsonate a El Salvador.


Los representantes quetzaltecos llevaban la consigna de lograr la aprobación para formar el estado de Los Altos. De hecho, presentaron a la Asamblea, en la sesión del 16 de enero 1824, un acta del acuerdo alcanzado con el resto de diputados guatemaltecos sobre el punto de formar un estado aparte:


1º. Que para explorar la voluntad de todos los partidarios correspondientes al estado que se proyecta de Quetzaltenango, se convoque en Totonicapán una representación popular compuesta de diputados nombrados por todos ellos, y que esta junta resuelva el punto en cuestión.


2º. Que los diputados en esta Asamblea de dichos partidos formen el reglamento de convocatoria y los pasen a estas comisiones para que aprobado lo presente a la Asamblea.


3º. Que la misma diputación procure revisar todos los datos en el particular, y también los pase circunstanciados a esta comisión para lo que haya lugar. (Taracena, 2011, pp. 126-127).


Además, mantuvieron negociaciones con el triunvirato encargado del poder ejecutivo (Manuel José Arce, José Cecilio del Valle y Tomás O'Horán), de quienes obtuvieron un dictamen positivo, presentado a la Asamblea el 30 de marzo 1824: «... que sería conveniente que se formase un estado de los partidos de Sololá, Totonicapán, Quetzaltenango y Suchitepéquez». (Townsend, 1971, p. 265).


A raíz de eso se redactó el «Informe Suasnávar», que evidenció la capacidad de Los Altos para formar un estado aparte del de Guatemala. El proyecto no tuvo eco por la división que hubo entre los diputados de los partidos de Totonicapán, Sololá y Suchitepéquez. Hubo argumentos de índole político y económico, los más sonados fueron la mayoría de población indígena y la falta personas capacitadas para la administración pública que supone un estado (Taracena, 2011).



Vicejefe del estado de Guatemala

El liderazgo de Flores, para la causa altense, fue neutralizado en un juego político de la Asamblea estatal de Guatemala: lo eligieron vicejefe y tomó posesión el 12 oct. 1824. Asumió la jefatura del estado en 1826, luego de la prisión que ordenó Manuel José Arce contra Juan Barrundia.


La tensión entre el gobierno federal y el del estado obligó a que el 6 de septiembre, la Asamblea decretase su partida hacia Quetzaltenango. Sin embargo, Flores logró cortar la marcha y que la Asamblea se reuniera en San Martín Jilotepeque, pero las amenazas de Arce obligaron a que las autoridades del estado acordaran nuevamente su tránsito hacia Quetzaltenango, donde debían iniciar sesiones el 10 octubre 1826 (Taracena, 2011).


No ahondaremos mucho en la forma en que murió el Dr. Cirilo Flores, los hechos son harto conocidos. En medio de la disputa política descrita líneas arriba, una turba armada con palos, piedras y cuchillos, lo sacó a rastras de la iglesia parroquial, acusándolo de hereje y censurando su tendencia liberal. Aquí se puede consultar la narración que hizo Alejandro Marure, historiador y diputado del estado de Guatemala, en el Bosquejo Histórico de las revoluciones de Centroamérica (1837), entre las páginas 280 y 286.


Nos interesa más abordar el posible «arreglo de cuentas» a lo interno del bando separatista quetzalteco, de la que habla el historiador Arturo Taracena Arriola. Contrario a lo que se cree, Xelajú no fue siempre un bastión liberal. En palabras de Alejandro Marure (1837):


Quetzaltenango era el pueblo de la República en donde menos habían penetrado las ideas liberales, y podía llamarse, con respecto a Centroamérica, el emporio del fanatismo. Desde tiempos atrás, los religiosos franciscanos habían ejercido en aquella población la influencia más funesta y la habían mantenido en el embrutecimiento. (p. 260).


Eso explica, en parte, la tirria contra Flores. Recordemos que en un principio fue, en palabras de Manuel Montúfar y Coronado (2014), «... imperial exaltado y últimamente celoso republicano» (p. 97). También se refiere a este como «cofrade de varias hermandades piadosas de Quetzaltenango mientras que esto pudo ser un medio de conceptuarse y de manejar fondos...». ¿Pudo haber acusaciones por malversación de fondos en la turba fanática que lo atacó? Pregunta sin respuesta.


Las maniobras políticas de Flores, y su conversión al liberalismo, frenaron el proceso para la erección del estado de Los Altos (Taracena, 2011). Su apoyo y participación en el gobierno liberal guatemalteco, le llevó a enfrentarse contra el presidente Arce, quien ya había estrechado vínculos con los serviles.


Mantener una guerra contra el gobierno federal demandaba recursos materiales y humanos. El reclutamiento masivo de tropas, la sugerencia de utilizar la plata de las iglesias y recursos de los comerciantes, sumado a las acusaciones de los franciscanos contras las políticas estatales, no sentó nada bien. Agrió la opinión contra Flores y Suasnávar, jefe político de Quetzaltenango, a quien se había encomendado la redacción del informe que justificaba la capacidad de Los Altos para ser la sexta entidad federativa de la Unión.


Resulta curioso cómo el alcalde primero, Pedro Ayerdi, dejó solo a Flores, frente a la multitud, después de acompañarlo al convento (Marure, 1837, p. 280). A los pocos días fue proclamado jefe político de Quetzaltenango, mientras el cargo de comandante fue asumido por José Antonio Flores López: «segregacionista y antirrepublicano» español, en palabras de Taracena Arriola.


Pierson, oficial del ejército del estado, tomó la ciudad y depuso a los conservadores, aunque luego fue derrotado por las tropas federales de Francisco Cáscara y Manuel Montúfar y Coronado, el redactor de las Memorias de Jalapa (1832), se hizo cargo del gobierno departamental.




Fuentes:



  • Montúfar y Coronado, M. (2014). Memorias para la historia de la revolución de Centroamérica. Memorias de Jalapa. Recuerdos y anécdotas. CEUR/USAC.


  • Taracena Arriola, A. (2011). Invención criolla, sueño ladino, pesadilla indígena. Los Altos de Guatemala: de región a estado, 1740-1871. Editorial Cara Parens.











 
 
 

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